Roblería del Poqui

Roblería del Poqui

Cerro Poqui: El pequeño gran tesoro de Coltauco

Fecha de publicación: 2-Nov-2024

Fecha del viaje: 08-Jun-2024

Región del Libertador General Bernardo O'Higgins

#Doñihue

# CerroPoqui

# ZonaCentral

# Coltauco

# OHiggins

#Trekking

En medio del ajetreo de la zona centro de nuestro país, está el Santuario Cerro Poqui, un parque privado para la conservación de uno de los hotspot de biodiversidad más interesantes de la zona central y parte de la porción sur del cordón Altos de Cantillana, que separa a la región Metropolitana de la de O’higgins.

¿Cómo llegar a Cerro Poqui?

Ya sea viniendo desde Santiago por la ruta 5 sur o desde Rancagua, se debe tomar la ruta H30, que lleva hacia Lo Miranda y Doñihue en dirección poniente, y al cabo de 30 kilómetros, a la altura de El Molino y ya en la comuna de Coltauco, tomar la bifurcación que lleva por la ruta H320 en dirección norte por 6 kilómetros hasta llegar al estacionamiento del santuario.

- Inicio del relato -

Animados por algunos amigos de la zona y por anteriores incursiones fallidas al cerro, estuvimos varios meses diciéndonos que prontamente iríamos al Poqui, y que esta vez nos resultaría, pero nunca lo tomamos demasiado en serio. Pero no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, y un fin de semana de junio logramos armar un buen grupo y partimos a conocer uno de los ecosistemas más interesantes y prístinos que van quedando en la zona central (región de O’higgins).

En nuestro caso, partimos un día sábado, desde Coinco, y llegamos a las 9 de la mañana al estacionamiento del santuario, sin reserva previa (se puede reservar hasta 48 horas antes de la visita y se permite un aforo diario máximo de 80 personas). Pagamos la entrada ($5.000 por persona), recibimos una breve pero práctica inducción y partimos caminando. Cabe aclarar, desde ya, que por la hora, por nuestro estado físico y por lo lento que somos cuando caminamos, nunca estuvo en nuestro objetivo lograr la cima del cerro, pero sí llegar al mirador del Chagual, saliendo del bosque y que se encuentra antes de comenzar el tramo final hacia la cima.

El sendero desde la caseta del guardaparques comienza en las faldas del cerro Poqui, con los espinos y aromos como protagonistas de un paisaje típico de la zona central. Pero esto no dura mucho, ya que al cabo de algunos minutos, poco a poco el sendero comienza a adentrarse en las quebradas del cerro y a transformarse hacia una vegetación más frondosa y húmeda. Y con la humedad entonces aparecen las estrellas del Poqui en invierno: los Hongos. Entre mayo y septiembre se puede ver una cantidad impresionante de especies del reino Fungi, situación no tan común en los bosques de la zona central. Grandes, chicos, gordos, flacos, negros, coloridos, comestibles y venenosos. Hay para todos los gustos y para pasar un buen rato buscándolos y disfrutando de sus formas exóticas, texturas y colores.

Changle en el bosque del Poqui

Changle en el bosque del Poqui

Y a cada paso, en el primer tramo, el sendero se adentra un poco más en la quebrada, con el agua a veces a nuestra izquierda y otras a nuestra derecha, haciéndonos saber, sonido mediante, que siempre está ahí, y que es elemento primordial en el entramado biodiverso del Poqui. Aparecen también algunos arrayanes, y el primero de los Nothofagus que encontraremos en el camino: un hermoso Hualo con sus pocas hojas restantes rojas y secas, listas para caer con la próxima lluvia. Además, cada cierta cantidad de metros, se encuentran infografías dedicadas a la flora y fauna que se puede encontrar en cada zona del Santuario. A decir verdad, el trabajo hecho por la fundación para mantener el parque e informar al visitante es de primer nivel, y no se podría pedir nada más.

Sin embargo, que el camino suba también implica que con la altura el bosque que rodea el sendero tiende a hacerse algo menos frondoso y húmedo. Pero acá viene otra sorpresa: del Hualo pasamos a los Robles, y a cada paso que damos nos internamos más aún en una hermosa roblería que recuerda a los bosques de Nothofagus del sur, con sus ramas desprendidas ya casi por completo de su follaje por efecto de la caducidad de sus hojas y las lluvias de la estación, pero que dejan el suelo rojo, como escenario de una película. Es cierto, hay otras roblerías en la zona central, pero esta brilla con luz propia en un lugar tan auténtico y biodiverso como el Poqui.

La Roblería

La Roblería

Entre una cosa y otra, las fotos al bosque, las fotos a los hongos, y las detenciones para comer y descansar, hasta el final de la roblería la caminata nos había tomado alrededor de 3 horas, que podrían haber sido menos, pero que, sin embargo, disfrutamos a cada paso.

Mientras más altura se gana, los robles también comienzan a desaparecer, y solo sigue predominando la vegetación más baja, donde destaca el siempre bello Chagual, que da nombre al mirador que sería el fin de nuestro recorrido, y al que llegamos alrededor de las 1 de la tarde. Hasta este punto son casi 6 kilómetros y aproximadamente 800 metros de desnivel desde el estacionamiento, lo que lo convierte en un sendero de considerable pendiente y exigencia física no menor. Pero el premio paga: desde el mirador se tiene una vista magnífica de los valles centrales de O’higgins con la cordillera de Los Andes como telón de fondo. Hay algunos árboles cerca del mirador y algo de pasto, perfecto para descansar un rato a la sombra y reponer energías, y si el tiempo lo permite, por qué no, tomar una siesta. Como si fuese poco, dos cóndores se veían desde el mirador flotando sobre las corrientes de aire.

Esta vez no sería la oportunidad de llegar a la cima, puesto que el trayecto restante es bastante técnico según nos comentaron en la portería, y requiere partir más temprano aún de lo que comenzamos nosotros. Sin embargo, con lo visto, la retribución ya era suficiente, y pudimos bajar sin el remordimiento de no haber llegado a la cumbre. Y aunque la vuelta es por el mismo sendero que la ida, nunca dos pasadas por un mismo lugar son iguales: una familia de carpinteritos deambulaba por la roblería, haciendo caso omiso a nuestra presencia y delatados por el inconfundible sonido que provocan al piquetear los troncos.

Cordillera desde el Mirador del Chagual

Cordillera desde el Mirador del Chagual

Algo más de 2 horas nos tomó la bajada, que, nuevamente, podrían haber sido menos de no habernos detenido una y otra vez a sacar fotos. Llegando abajo el clima cambió y la cima del Poqui comenzó a taparse con una niebla densa. Y aunque se veía imponente, bajamos en el momento preciso, porque la vista desde la altura no hubiese sido la misma. Suerte para nosotros, que quedamos con ganas de volver y seguir descubriendo este pequeño gran tesoro que Coltauco y Doñihue comparten para todo quien quiera disfrutarlo.

Y así fue: después de esta visita volvimos 2 veces más, una en pleno invierno y otra en primavera, y en todas las épocas fue distinto. En invierno se ven más hongos, y en primavera más flores y aves. Sorpresas y novedades no faltaron: Desde una pareja de cóndores volando a baja altura a caracoles endémicos; pareciera que en cada época del año el Poqui tiene preparado algo para nosotros, como esforzándose por darnos un regalo único y personalizado. Y todo a 2 horas de Santiago.

- Fin del relato -

Información útil

  • El santuario tiene un aforo diario de 80 personas. El cupo se puede reservar antes, pero solo hasta 48 horas antes de la visita, si no, se debe llegar directamente el día elegido. Ver condiciones en la web del santuario.
  • La entrada cuesta $5000 por persona, y tienen pago con débito en la entrada.
  • Existe cobertura de celular casi en la totalidad del sendero, lo que es un plus en seguridad, puesto que cualquier emergencia se puede avisar a los guardaparques.
  • Siempre antes de ingresar un guardaparques hace una breve inducción. Es conveniente aprovecharla y preguntar todo lo que se desee, ya que conocen profundamente los ecosistemas del santuario.
  • Existe posibilidad de avistamiento de considerable avifauna, por lo que se debe andar atento en algunos lugares específicos, los que están bien señalados.
  • El sendero tiene una pendiente fuerte, sobre todo saliendo del bosque húmedo y durante el paso por la roblería. Considerar la exigencia física que esto involucra.
  • Desde mayo a septiembre, son muchas las especies de hongos que se dejan ver en el santuario. Visitarlo después de una lluvia aumenta la probabilidad de verlos.
  • En caso de que se desee llegar a la cima, conviene comenzar a subir a la misma hora que abren el santuario, ya que a las 2 de la tarde se debe comenzar el descenso.

Cómo nos preparamos

  • Ropa de trekking estándar (zapatos, pantalón, polera, y abrigo según época del año).
  • Llevamos agua desde el inicio del trayecto, puesto que en las zonas donde existe cruce de quebradas no está permitido hacer contacto con el agua, para proteger a la Rana de Pecho Espinoso de Cantillana (especie endémica).
  • Llevamos comida liviana. Dada la exigencia, es altamente probable que al cabo de unas horas tengamos hambre.
  • Bastón de trekking, para las zonas con más pendiente.

Historias y relatos únicos en los que buscamos transmitir nuestras experiencias y vivencias para que quien lea estos articulos le sea de utilidad en sus futuros viajes

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