Cerro los Leones
Parque Andino Juncal, o cómo conservar Los Andes
Fecha de publicación: 04-Ene-2025
Fecha del viaje: 8-Nov-2024
Región de Valparaíso
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En plena cordillera de los andes de la zona central, de camino al paso Los Libertadores, en la región de Valparaíso, se esconde una de las iniciativas de conservación (y también turismo) más interesantes de la zona central, el Parque Andino Juncal. Y su objetivo es claro: conservar el ecosistema altoandino central e invitar al visitante a conocerlo y disfrutarlo.
¿Cómo llegar al Parque Andino Juncal?
Ya sea desde Viña del Mar o Santiago, en cualquiera de los dos casos se debe llegar hasta el puerto terrestre en la salida de Los Andes, y tomar la ruta 60 (paso Los Libertadores) en dirección hacia Argentina. Más allá de Río Blanco y Guardiavieja, y justo en la curva 0 de la cuesta Los Caracoles, se debe salir por la ruta E-781 (camino de ripio) en dirección sureste, y continuar por unos 8 kilómetros hasta la recepción del parque. Desde Santiago y Viña del Mar el tiempo de llegada es similar y ronda las 3 horas, considerando que la pasada por el camino internacional generalmente toma más tiempo del esperado por el alto tráfico de camiones y los vaivenes de la ruta.
- Inicio del relato -
Debo haber conocido la existencia del Parque Andino Juncal allá por el 2012, conversando con algún conocido, y 2 años después, en marzo del 2014 me animé a ir. Acampamos un viernes, caminamos el día sábado al glaciar, bajamos y volvimos a Viña. Y siempre quise volver, por muchas razones, pero principalmente porque debe ser uno de los lugares que mejor capta la esencia de lo que es la Cordillera de los Andes en la zona central. Pero los años pasan, y sobran lugares qué visitar y buenas intenciones, pero falta tiempo; y entre pandemia, trabajo y otros compromisos, tuvieron que pasar 10 años para volver al Juncal. Y todo fue como en el año 2014: una experiencia maravillosa que, espero, no tenga que volver a esperar por otros 10 años a partir de hoy.
Antes que todo, un poco de contexto: el Parque Andino Juncal es una iniciativa privada de conservación de la familia Kenrick, dueños del predio de aproximadamente 13.000 hectáreas que constituyen el parque, en pleno corazón de los Andes centrales y donde nace el Río Aconcagua. Durante largos años, y hasta el 2003, este territorio estuvo dedicado a actividades productivas y extractivas (pequeña minería, ganadería y ejercicios militares, principalmente), año en que se toma la decisión de convertirlo en un sitio de conservación privado, abogando por la recuperación y cuidado de todos los elementos que componen el ecosistema altoandino de los Andes centrales (flora, fauna, funga, cursos de agua, montañas y glaciares). Además, producto de las vegas altoandinas ubicadas dentro del parque, es hoy uno de los 12 sitios Ramsar que existen en nuestro País.
Pero dedicarse a la conservación nunca es tarea sencilla. A pesar de que hoy el parque es exitoso y un referente en lo que hace, y en la temporada estival la demanda por visitarlo supera los cupos disponibles, detrás existe un trabajo, silencioso y persistente, para lidiar con las amenazas de las actividades productivas en el perímetro del parque, relacionadas al uso del agua con fines hidroeléctricos o prospecciones mineras (recordar que a escasos kilómetros del parque se encuentra el yacimiento de Codelco División Andina y Los Bronces de Angloamerican), lo que hace que este esfuerzo de conservación sea más valioso aún, logrando proteger la vida dentro de un predio en constante amenaza.
Dicho lo anterior, ahora sí, comenzamos con nuestra experiencia en el parque.
Al igual que la vez anterior, decidimos que sería razonable irnos un día viernes por la tarde al parque, pasar la noche, y al día siguiente realizar la caminata al glaciar del Juncal (sendero principal del parque, aunque no el único). Para eso, salimos aproximadamente a las 16:30 desde Santiago, tomamos la autopista Los Libertadores, y al cabo de 3 horas, a eso de las 19:30 nos encontrábamos en el parque, donde hicimos el registro correspondiente, entregando las fichas de visitante que se solicitan una vez confirmada la reserva vía correo.
En el parque hay dos opciones para pasar la noche: acampar (en Los Hornitos, que es la recepción, o en el camping las morrenas, cerca del glaciar) o utilizar el refugio, que está dotado de servicios básicos (cama con colchonetas y cocina). Nosotros acampamos en el sector Los Hornitos, que tiene baños y además un sector común para cocinar.
Noche en el camping Los Hornitos
Durante la tarde y noche del viernes todo transcurrió de forma muy tranquila. Clima agradable, un bonito atardecer con la montaña como telón de fondo, la desconexión obligada producto de la falta de señal de celular, y una cerveza helada mientras cocinábamos la cena. Qué más se puede pedir.
Al día siguiente, y luego de una noche tranquila y con poco viento, me levanté a las 6:30 de la mañana a probar suerte con algunas fotos de las primeras luces del amanecer en la montaña, e ir en búsqueda de una familia de patos cortacorrientes que habían sido vistos en las cercanías de la recepción. Aunque a los patos no pude verlos, el amanecer y su luz pegando contra las paredes verticales de Los Andes fueron motivo suficiente para justificar el madrugue.
Amanecer en Los Andes centrales
A eso de las 9 de la mañana, y luego de un contundente desayuno, recibimos la charla de inducción obligada para cada visitante que llegue al parque, y con las botellas de agua cargadas, partimos en dirección al glaciar.
La primera parte del sendero, aunque no tiene una pendiente demasiado pronunciada, debe pasar por 3 o 4 vertientes y esteros que vienen desde la montaña, lo que implica bajar, cruzar y volver a subir por pasos que pueden resultar levemente complejos para alguien que sufra de vértigo. A pesar de lo anterior, sigue siendo un sendero de poca complejidad técnica, y su belleza, con la vegetación baja típica de la cordillera en pleno periodo de floración, rebosante de insectos y pájaros, compensa cualquier exigencia que nos haga el sendero.
El valle del Río Juncal
Algo más allá, el terreno se estabiliza, y la parte intermedia del trayecto es de escasa pendiente; ya no se deben vadear vertientes, lo que lo hace bastante más tranquilo. Además, nos acercamos a las Vegas de Nacimiento, humedal altoandino y una de las razones por las que el parque fue declarado sitio Ramsar en el año 2010. Por propia instrucción de los guardaparques, en pleno humedal, tomamos el agua que corre desde una vertiente, y que está indicada de forma clara por un cartel, porque, realmente, tomar agua pura que nace en la montaña es un lujo que tenemos la obligación de disfrutar cuando se presenta la oportunidad. En general, el criterio dentro del parque para el agua es: si es transparente, se puede beber sin problemas, y si viene con algún grado de turbiedad, no se debe beber. Seguimos este criterio, tomamos agua de todos lados donde pudimos hacerlo, y no tuvimos ningún problema posterior.
Y así, caminando y disfrutando, al cabo de dos y media horas, llegamos al estero Monos de Agua, uno de los hitos del parque, donde se debe cruzar el estero, metiendo los pies al agua (ver recomendaciones más abajo) para comenzar el último kilómetro y medio del sendero, y el más exigente también.
Cruce del estero Monos de Agua
La última parte es de escasa vegetación y avifauna, y se interna en el valle que el propio glaciar ha dado forma durante siglos, con una pendiente mayor al resto del sendero, y bajo el sol del mediodía, hasta llegar, luego de 9 kilómetros desde la recepción, al premio final del sendero: el Glaciar del Juncal, y la pequeña laguna que se ha formado a sus pies durante los últimos años.
Como somos lentos caminando, tal como nos ocurre siempre, cuando llegamos al final del sendero la mayoría de la gente ya había llegado y estaba disfrutando de la vista desde el mirador, por lo que la zona estaba levemente saturada, aunque para ser justos, tampoco fue un gran problema, y no nos impidió disfrutar de la hermosa vista que se tiene del glaciar y de las montañas que parecieran abalanzarse sobre uno.
Glaciar del Juncal
Un descanso merecido nos tomamos antes de comenzar el retorno, por la misma ruta por la que llegamos, pero ahora, con la pendiente a nuestro favor, la vista que se tendría del valle era mucho más panorámica y amplia, con suaves laderas verdes por la primavera y un cúmulo de nubes entrando entre las cumbres aún nevadas de los cerros más altos.
Y aunque el camino de retorno es mayormente en bajada, los más de 18 kilómetros del ida y vuelta, alguno de ellos caminando sobre piedra, surtieron su efecto sobre nuestros pies, los que, al volver a la recepción terminando la caminata, ya comenzaban a flaquear con algo de dolor en los talones y en los dedos. Pero llegamos, y después de haber salido a las 9 de la mañana y luego de casi 7 horas, estábamos de vuelta en el punto de inicio, culminando así una visita rápida, pero intensa y exigente. Ahora sería el turno de volver a Santiago, reponer energías comiendo, y dormir como una guagua de vuelta en la cama propia (quizás la mejor parte de cada viaje).
Valle del Juncal
Diez años tuvieron que pasar desde que conocí el Juncal, y diez años después sigue igual, en el buen sentido de la palabra. A pesar de que en esta década el glaciar ha retrocedido, y es notorio, el cariño por el parque que tiene su gente sigue siendo el mismo, el esfuerzo por la conservación de los ecosistemas altoandinos está más latente que nunca, y lo mejor, es que de a poco, se ha vuelto en un hito obligado del turismo y el senderismo en los Andes de la zona centro del País.
Hace Diez años, un sábado de Marzo, no andaba nadie más que nosotros en el sendero, y hoy, 10 años después, también un sábado, pero de Noviembre, habían 100 personas en el sendero, y no fueron más solo por el hecho de que los cupos ahora son limitados, para evitar la sobrecarga y deterioro del parque. Y a pesar de que el turismo no es su principal foco, que la gente lo visite y le tome cariño a su cordillera es una gran noticia para el Parque Andino Juncal, y sobre todo para los ecosistemas que aquí con tanto cariño y dedicación se protegen.
- Fin del relato -
Información útil
- El estero monos de agua gana en caudal a medida que avanza el día, producto de los deshielos. Se debe cruzar de regreso por el estero a más tardar a las 2 de la tarde para evitar riesgos. Además, es altamente probable que haya que caminar por el agua, por lo que se recomienda llevar sandalias tipo crocs o similares.
- En días de verano y para quienes acampen, es recomendable llevar ropa de abrigo aunque no demasiado técnica. Por lo general se pueden esperar mínimas de entre 5° y 10° en días con buen clima.
- Para acceder al parque los días de semana es posible llegar sin reserva. Sin embargo, para alojamiento y visitas por el día durante los fines de semana, se debe reservar previamente vía correo electrónico. Detalles en la web.
- La llegada en auto no es compleja, el camino está pavimentado hasta la primera curva de la cuesta Caracoles, que es donde uno se debe desviar e internar por el valle del Juncal. Los 8 kilómetros de ripio hasta la guardería están, en términos generales, en bastante buen estado y no es requerido llegar en autos con doble tracción. De todas formas conviene consultar antes de visitarlo, dado que en años anteriores, ha sucedido que algunos fenómenos meteorológicos han deteriorado el estado del camino.
- El detalle técnico de la ruta se puede encontrar en la siempre útil Wikiexplora, en el siguiente link.
- Durante la caminata, un buen criterio para utilizar al momento de sacar agua desde riachuelos es el siguiente: Si el agua se ve transparente, se puede beber (totalmente recomendado), y si se ve turbia, entonces no se debe beber.
Cómo nos preparamos
- Para la cena: salsa de tomate congelada, salame ahumado, fideos y unas cervezas heladas. Para el desayuno: infaltable el te, fajitas con palta, plátano y pan con queso y jamón. Para la ración de marcha: frutos secos, fajitas con palta y tomate, y plátano.
- En cuanto a la ropa, para la noche debe ser medianamente abrigada (parka, polar, gorro y bandana) y para la caminata debe ser liviana y ojalá cubrir de la radiación solar (polera manga larga, bandana, gorro de ala ancha).
- No llevamos bastones de trekking, sin embargo, nos podrían haber hecho falta en algunos lugares puntuales. Llevamos bloqueador, y botellas para acarrear agua.
- Para el cruce del estero Monos de Agua llevamos calzado cómodo para pasar por el agua (crocs y zapatillas deportivas livianas).