Laguna del Negro Francisco
El Negro Francisco, oasis de vida en el altiplano de Atacama
Fecha de publicación: 12-Feb-2024
Fecha del viaje: 16-Ene-2019
Región de Atacama
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Continuando nuestro viaje en el altiplano, nuestro plan era seguir hasta al siguiente y último destino antes de volver a Copiapó: La laguna del Negro Francisco. Parte del parque nacional Nevado de Tres Cruces, declarada sitio RAMSAR, y hábitat de representativas especies de nuestro norte, es un pequeño tesoro que quien viaje por esta zona debiese visitar.
¿Cómo llegar al Negro Francisco?
Si bien se puede llegar de distintas formas, nosotros lo hicimos a través de la ruta C-347, desde la zona del salar de Maricunga, andando por alrededor de 83 kilómetros en poco más de 3 horas de viaje. Para volver a Copiapó utilizamos en orden secuencial las rutas C-345, C-353, C-459, C-503 y C-401 hasta llegar a Tierra Amarilla, incluyendo inicialmente un atravieso de las faenas de la minera Maricunga.
- Inicio del relato -
No fue la primera vez que llegué a la laguna del Negro Francisco, algunos años antes habiamos logrado ir por primera vez, sin embargo la memoria es frágil, y la ida del 2019 es la que más y mejor recuerdo, no por alguna razón en particular, simplemente ha pasado menos tiempo y el recuerdo está más fresco.
La laguna del Negro Francisco es un cuerpo de agua, mitad salobre y mitad dulce, perdido entre las altas y suaves cumbres del altiplano de Atacama, declarado sitio RAMSAR hace ya largos años, por su importancia como habitat y lugar de nidifcación de muchas de las aves más características de nuestro norte. Es parte del parque nacional Nevado de Tres Cruces, uno de los menos visitados del país, y a mi juicio, también uno de los más bellos. Razones sobraban para volver, sobre todo aprovechando que estábamos por el sector.
Ya llevábamos algunos días deambulando por el altiplano atacameño entre salares, vegas, ríos y lagunas, y el siguiente paso sería intentar volver a la laguna del Negro Francisco, y digo intentar, porque el estado del camino siempre es una incógnita. El plan era salir en la mañana desde el Salar de Maricunga, donde acampamos al lado del camino, llegar en la tarde al refugio de CONAF, alojar allí, y al mediodía siguiente emprender regreso por el camino que baja directo a Copiapó para dar fin a la aventura.
Después de despertar en el salar, tomar desayuno, y buscar durante un rato trozos de obsidiana en medio de lo interminable, nos subimos al auto para intentar nuestro objetivo. Emprendimos camino por la ruta C-601 en dirección sur, atravesando el salar de Maricunga, y que, para ser completamente sincero, tiene más parecido a una huella que a una ruta pública establecida. Como sea, poco más allá existe una punta de diamante, en la que se debe continuar derecho, siempre manteniendo la dirección sur, y donde la ruta C-601 pasa a ser la C-347, dando la apariencia, ahora sí, de ser una ruta formal.
Carpas en el salar de Maricunga
El camino, muy típico de las mesetas altoandinas del norte, va pasando por varios cursos de agua y pequeñas vegas, en las que taguas, patos, algunos flamencos y vicuñas llenan de vida los áridos, severos y recónditos rincones del altiplano. También, y como estamos en el norte, se ven las instalaciones de la abandonada faena minera Lobo Marte, proyecto que está pronto a ser reanudado bajo el alero de la compañía canadiense Kinross Gold.
En líneas generales, el estado del camino no es bueno, no porque el estándar de este sea malo (de hecho es ancho, con pocas curvas y poca pendiente), si no porque la mantención que se le hace, al ser un camino poco transitado, es prácticamente nula. Muchos tramos tienen varios kilómetros de calamina, lo que se traduce en un promedio de velocidad no mayor a 30 km/h. Aún así, el mejor antídoto contra el sufrimiento de la calamina, es tomarse con calma el trayecto, disfrutar de la fauna, de los suaves cerros y sus colores y de las nubes que entran en escena. ¿Qué apuro hay? Teníamos todo el día para llegar.
Bofedales entre Maricunga y el Negro Francisco
Al final, y al cabo de unos 80 kilómetros y poco más de 3 horas desde que subimos al auto, comienza a aparecer la laguna, solitaria entre los cerros, y al pie del volcán Copiapó. Mientras mirábamos la laguna, apareció la 2a y última punta de diamante, donde tomamos el camino de la derecha para llegar al refugio de CONAF (el camino de la izquierda lleva hacia la minera Maricunga, también propiedad de Kinross, y que a día de hoy, año 2024, pareciera estar fuera de funcionamiento). El refugio de CONAF no estaba habilitado formalmente, principalmente porque no tenía los servicios básicos necesarios para poder habilitarlo (agua potable y servicios sanitarios), sin embargo, se puede acceder y utilizar como lugar para dormir y resguardarse en las heladas noches altiplánicas. Una lástima, puesto que el refugio es muy bello, construido principalmente en piedra, y su situación actual pareciera obedecer, principalmente, a la falta de presupuesto para mantenerlo en funcionamiento.
Laguna del Negro Francisco
A pesar de que lo que había allí afuera nos llamaba a acercarnos y disfrutar desde que llegamos, el hambre pudo más, y en la cocina del refugio, usamos nuestros utensilios para cocinar unas lentejas Wasil con cebolla, tomate y salame ahumado. Mortal, justo y necesario, y con el hambre ya resuelto, ahora sí, bajamos a la laguna.
En general, los acercamientos a la laguna están limitados para vehículos, y en ciertas zonas también para personas, debido a que la orilla es zona de nidificación de algunas aves, las que se estresan y se sienten perturbadas por la amenaza que supone caminar cerca de sus huevos o crías, algo entendible y justificado. La laguna es hermosa, un espejo de agua al atardecer, cuando, cayendo el sol, el viento deja de soplar, y los colores cálidos se hacen notar en la parte alta de las montañas circundantes. Todo junto, los colores, las aves, los nidos, la laguna, los cerros, el cielo, el reflejo y un sin fin de elementos, hicieron de lo que veíamos un verdadero espectáculo, de esos que la naturaleza suele entregarnos cuando tenemos la paciencia suficiente para buscarlos y esperarlos.
Atardecer en la Laguna del Negro Francisco
Aún así, no todo es color de rosas: La laguna, tanto su porción salobre, como su porción dulce, es hábitat y lugar de nidificación de muchas aves propias del altiplano. Flamencos (4 especies, al menos), taguas, patos, caitís, entre otros, habitan, en mayor y menor medida, en distintas zonas del sitio RAMSAR, y son muy vulnerables a la salud del ecosistema, la que en los últimos años se ha visto amenazada por la demanda hídrica de la minera Maricunga, la que va en directo detrimento de la disponibilidad de agua de la laguna, secando acuíferos relevantes, al igual que el humedal La Gallina, que se encuentra a 3 kilómetros de la laguna. Desconozco el estado actual de esta situación, y si la suspensión de faenas de la minera ha significado una recuperación en los niveles históricos y saludables de la laguna, o definitivamente el daño está hecho y una recuperación total toma más tiempo.
Flamencos en la laguna
Después de un día cansador y exigente, pero también bello y reconfortante, fuimos a dormir a una de las piezas del refugio, echando el saco de dormir encima de las colchonetas que aquí se encuentran, y esperando que la altura (4200 msnm aproximadamente) no hiciera de las suyas en el valioso y anhelado momento del descanso. Por suerte no fue así.
Al día siguiente, luego del desayuno, fuimos a dar una última mirada a la laguna para prepararnos a partir, pero no sin antes ir a conocer el bofedal La Gallina, el que parece sacado de un cuento de hadas, con sus verdes, suaves y esponjosas superficies, y que es uno de los afluentes (pero no el principal) de la laguna del Negro Francisco. Creo no está demás recordar que no es una buena idea ingresar al interior del bofedal donde no haya camino ya hecho, para no continuar dañando y erosionando, y sólo limitarse a los caminos que ya quedaron establecidos. Otra maravilla más que el parque Nevado de Tres Cruces tenía para nosotros.
Bofedal La Gallina
Con algo de pena por dejar tan bello lugar, continuamos nuestro camino para volver a Copiapó, después de 5 días rondando el altiplano de Atacama, con cansancio y satisfacción en las mismas proporciones.
El camino para volver es largo, a veces algo complejo, pero también interesante. Saliendo del parque, y a pocos kilómetros del refugio, en la punta de diamante enfilamos hacia la derecha, por la ruta C-353, en dirección a la minera Maricunga, donde, a la altura del campamento, pocos kilómetros más allá, debimos esperar por una caravana que nos escoltara en nuestro paso a través de una ruta que es pública, pero debido al peligro que revisten faenas mineras e industriales, debe hacerse con supervisión y escolta, proporcionada por la compañía. Luego de pasar el punto más alto del trayecto, a 4600 msnm, se comienza a bajar de manera continua, hasta salir de las faenas mineras, donde la escolta nos deja para continuar nuestro trayecto.
El camino que le sigue no va a ser de ninguna manera tan bello como lo que vimos durante los últimos 5 días, sin embargo, tiene zonas sumamente interesantes. Algunas comunidades Colla al costado del camino, viviendo de las bondades que ofrecen humedales y ríos, dos impresionantes cuestas que remontan desniveles de 500 y 900 metros respectivamente, posibilidad de ver cóndores y cerros de muchos y variados colores, hicieron de este trayecto un cierre merecido para un viaje agotador y demandante, pero al mismo tiempo una de esas experiencias que se quedan grabadas en uno por los años de los años, aún cuando llegásemos a Copiapó, transpirados, enfierrados y agotados, 198 kilómetros y casi 5 horas después de haber salido desde el refugio de CONAF al medio día. Pero qué importa, por lugares así, todo estos sacrificios son solo pequeños detalles, y al cabo de dos o tres días, ninguno de nosotros se acordaba del cansancio, de la suciedad o el polvo, pero a día de hoy, sí que nos seguimos acordando del atardecer en el Negro Francisco, de sus colonias de flamencos y de los naranjos cerros que encierran, esconden y protegen este pequeño tesoro.
- Fin del relato -
Información útil
- A día de hoy (febrero 2024) las faenas de la minera Maricunga están detenidas.
- El refugio de CONAF se encuentra deshabilitado oficialmente, aun cuando de todas formas puede utilizarse, con cuidado, para resguardarse de las inclemencias del tiempo en la cordillera.
- Si bien no es un lugar tan extremo y aislado como otros de la misma zona, no deja de ser una buena idea andar con un mensajero o teléfono satelital para reportar algún percance. Pueden haber días completos donde no pase nadie por el sector.
- Las distancias son considerables, y no existe zona para repostar combustible. Considerar al menos un bidón extra.
- Llevar comida y agua para más días de lo planificado es una buena práctica, siempre es mejor ser precavido.
- El estado del camino es un misterio, hay años donde está mejor y otros donde está peor, sobre todo el tramo de Maricunga hacia la laguna.
- En la laguna misma, evitar demasiada cercanía a la orilla, sobre todo en zonas de nidificación, para ser respetuoso con la avifauna del lugar.
Cómo nos preparamos
- Revisamos muy bien las rutas, intentamos averiguar el estado de los caminos y revisamos el clima cada vez que podíamos. El verano trae la posibilidad de que el invierno Boliviano se sienta en territorio nacional.
- Llevamos dos bidones extra de combustible, y dos neumáticos de repuesto.
- Comida y agua llevamos para varios días más de los necesarios.
- Como no se tiene acceso a ducha, un set de toallas húmedas por cada persona son una buena opción para mantener la higiene dentro de límites razonables.
- La altura de la zona es considerable, por lo que llevamos un pequeño cilindro de oxígeno con inhalador en caso de que alguien se sintiese excesivamente mal. Por suerte no fue el caso.
- El refugio está abrigado del frío, ya que al ser de piedra libera en la noche el calor que la radiación entrega durante el día, sin embargo igual llevamos sacos de dormir aptos para temperaturas más exigentes.