Pingüino Rey

Pingüino Rey

Tierra del Fuego, parte V: Pingüino Rey y los últimos días

Fecha de publicación: 20-Oct-2024

Fecha del viaje: 12-Abr-2024

Región de Magallanes y la Antártica Chilena

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Es ya el sexto día de nuestra aventura, y como nada puede ser eterno, entonces sería el momento de comenzar la vuelta. Primero, al Parque Pingüino Rey, en Porvenir, y después a Punta Arenas, a disfrutar de sus bondades turísticas y gastronómicas, antes de volver a Santiago.

¿Cómo llegar a Pingüino Rey?

A Pingüino Rey se puede llegar desde Porvenir o, en nuestro caso, desde el sur de la isla, recorriendo de sur a norte 209 kilómetros desde el lago Fagnano, siempre por la ruta Y-85. Luego, para cruzar de vuelta al continente, tomamos el transbordador que une Porvenir con Punta Arenas.

- Inicio del relato -

Este relato es la parte V de nuestro viaje a Tierra del Fuego, si no has leído la parte IV: "Caleta María y Lago Fagnano", puedes leerla aquí.

Es la mañana de nuestro sexto día en la isla y poco a poco la aventura comienza a terminar. Hoy sería el día de emprender el retorno hacia el norte, y mañana el de cruzar hacia Punta Arenas. El desayuno fue corto, en virtud del tiempo que disponíamos, pues teníamos reserva para visitar el Parque Pingüino Rey a las 4 de la tarde, y no eran pocos los kilómetros a recorrer para llegar del Fagnano a nuestro próximo destino.

Sin embargo, a pesar de que el tiempo no haya sido nuestro aliado ese día, la última caminata a la orilla del Fagnano - para despedirnos de él, y también para comprometernos a volver - no sería transable. Con los bolsos ya cargados, partimos camino hacia la orilla desafiando la helada mañana, para sacar las últimas fotos, para recolectar las curiosas piedras de su orilla, y para mirar el lago por última vez antes de emprender el retorno.

Luz de la mañana en el Fagnano, antes de volver

Luz de la mañana en el Fagnano, antes de volver

También nos despedimos de Don Germán, quien nos aseguró que ese día no tendríamos problemas para cruzar la cuesta, porque el viento se lleva la nieve y despeja el camino (y así sería); y, además, su yerno aprovechó de mostrarnos la cabaña para 8 personas. Ojalá alguna vez puediese reunir un grupo de 8 personas con las que llegar al Fagnano para poder quedarnos en esa cabaña. Amplia, acogedora y temperada, al medio de un claro en la densidad del bosque.

A eso de las 11 de la mañana comenzó nuestro viaje de retorno, y lentamente empezamos a subir la cuesta, ahora de vuelta, y el Fagnano, protagonista de nuestros últimos días, comenzaría a quedar atrás apagándose a la distancia, hasta que, en alguna de las tantas curvas, no lo vimos más.

Colores del otoño en la cuesta del Fagnano

Colores del otoño en la cuesta del Fagnano

Y, en efecto, la cuesta estaba en mucho mejor estado que hace dos días. Con menos nieve acumulada en el camino, menos hielo y mejor clima, sería este el momento para detenernos, bajar unos minutos y sacar las fotos que no pudimos en la ida. Pasamos también al mirador de la primera cuesta, que ahora no tenía nieve, y desde donde se ven las interminables turberas del valle del Deseado.

Turberas del valle del lago Deseado

Turberas del valle del lago Deseado

Avanzando a ritmo constante, llegamos así a Pampa Guanaco cerca de las 1 de la tarde, donde la cobertura del celular volvió a aparecer, y donde nos detuvimos uno o dos minutos a descansar, y a mirar el mapa. Nos quedaban 3 horas aún para poder completar los 120 kilómetros que todavía nos separaban de Pingüino Rey.

De Pampa Guanaco al norte, la ruta Y-85 se hace mucho menos sinuosa y más ancha, lo que nos permitió andar a algo más de velocidad. Cruzamos en nuestro trayecto el puente del Río Grande, la bifurcación a la ruta Y-895, el Parador Rusffin y el sitio histórico de la Draga Arífera, sin mayor tiempo para detenernos. Pero como siempre que uno va con prisa ocurre algo, entonces a unos 30 kilómetros aproximadamente de Cameron, se nos cruzó un rebaño de ovejas. Nada se puede hacer más que avanzar sumamente lento esperando que el rebaño se vaya abriendo para permitir el paso. Por suerte, entre una cosa y otra, no fueron más de 10 minutos los que estuvimos atrapados en medio de las ovejas.

A Cameron no pudimos entrar tampoco, el tiempo cada vez se nos hacía más justo, y aún faltaban algunos kilómetros para llegar al parque. Sin embargo, el apuro no nos impidió notar que el paisaje va cambiando levemente a partir de este punto. Atrás quedan las interminables pampas fueguinas, y ante nosotros se abre un camino costero que bordea pronunciados riscos, y donde a nuestra izquierda se ve el mar en la gigantesca Bahía Inutil, y a la derecha verdes pastos ondulando con el viento que en la costa pega bastante más que al interior.

Mar Fueguino, en Bahía Inutil

Mar Fueguino, en Bahía Inutil

Finalmente, a las 15:50 llegamos al estacionamiento del parque Pinguino Rey, y como es mejor pecar de puntual que de impuntual, faltando 5 minutos para nuestra hora de reserva intentamos entrar, sin embargo, la dueña se encargó de dejarnos claro que nuestra hora de reserva era a las 16:00 y no a las 15:55. Extraño, pero qué se le va a hacer; su parque, sus reglas.

Luego de pagar las entradas, de recibir una pequeña charla de inducción del lugar y de abrigarnos como el viento demandaba, partimos al recorrido, guiados por la hija de la dueña, quien se dio el tiempo de explicar todo lo que fuese necesario, y contestar las preguntas de todo el grupo (aproximadamente unas 15 o 20 personas).

Pingüino Rey es un parque de conservación, y conviene asimilarlo para entender el por qué de las restrictivas normas en su interior. Esta es una colonia especial de pingüinos Rey, por estar fuera del continente antártico, y por las condiciones en las que viven. Por todo esto y más es que se le da extrema importancia al comportamiento del visitante al interior del parque. Los detalles y explicaciones específicas de todo el fenómeno las dejaremos mejor para los guías, que son los que saben. Sin embargo, en resumidas cuentas, es un imperdible básicamente por dos razones:

  1. porque es la única colonia de esta especie asentada fuera de territorio antártico, lo que hace altamente improbable ver individuos en otro lugar que no sea este.
  2. Y lo más importante: porque son pingüinos, y a todos nos gustan los pingüinos, sobre todo si son grandes, y más aún si hay polluelos. Si anda por Magallanes, hágase el favor.
Pingüinos Rey en el parque

Pingüinos Rey en el parque

El tour por el parque dura una hora, y a las 5 de la tarde ya estábamos subiendo al auto para seguir hacia Porvenir, para alojarnos y al día siguiente poder cruzar temprano a Punta Arenas. Continuamos por la Y-85 hasta su fin, donde bifurcamos a la izquierda en la Y-71, que sigue bordeando el contorno costero de la isla. La lógica hubiese sido seguir por esta ruta hasta Porvenir, sin embargo, y en uno de esos raciocinios que solo la aplicación entiende, Waze decidió que sería mejor, más eficiente y más corto desviarnos por el camino interior que se interna por el Cordón Baquedano, uno de los epicentros de la fiebre del oro en la isla a inicios del siglo pasado.

Resultó no ser una mala idea, primero, para conocer un camino interior, que siempre es bienvenido, y segundo, porque en algunas zonas se tienen panorámicas en altura envidiables, las que, conjugadas con un atardecer precioso, hicieron que la extraña decisión de Waze valiera la pena. No parece ser un camino concurrido, porque en una hora solo nos topamos de frente con un único auto, sin embargo, a pesar de ser un camino sinuoso, no era riesgoso y llegamos a Porvenir sin ningún problema.

La pampa del norte de la isla de camino a Porvenir

La pampa del norte de la isla de camino a Porvenir

Ya en Porvenir, tocó buscar alojamiento para pasar la noche y embarcar temprano al otro día rumbo a Punta Arenas. Encontramos unas cabañas en la costanera (Cabañas 644) en la que nos arrendaron la más económica por $50.000 CLP la noche. La cabaña estaba limpia y temperada, sin embargo tenía problemas con el termo del agua caliente y no era demasiado funcional (por ejemplo, tenía 3 sillas en el comedor para 4 personas). Fue un precio razonable por un alojamiento de paso. La última misión del día antes de dormir sería reservar el cupo en el transbordador del día siguiente en la página web de TABSA, por ser muy demandado y tener una frecuencia de uno, o máximo dos, cruces al día.

En la mañana siguiente, temprano, ordenamos las pocas cosas que habíamos bajado del auto, y partimos al embarcadero, en el otro extremo de Porvenir, en el sector de Bahía Chilota, y faltando para las 7 de la mañana, ya estábamos embarcando de los primeros. Nos pidieron los pasajes a través del celular, y con todo en orden entonces ya pudimos subir a la barcaza, donde estacionamos el auto, y fuimos a esperar un rato antes del zarpe en las zonas comunes y cafetería del navío.

La navegación fue tranquila, sin mucho viento, tampoco demasiado frío. Esperábamos ver más aves cruzando el estrecho sobre nosotros, pero quizás la época no era la más adecuada. Por contraparte, sí vimos a lo lejos algunas nutrias surcando entre las olas, y chorros de ballenas en el horizonte. Y así, sin casi darnos cuenta, después de 7 días en tierra y 2 horas de navegación, habíamos dejado la Tierra de los Fuegos y volvíamos al continente, y sería el momento de desquitarnos de las comidas rápidas del viaje disfrutando de la excelente oferta gastronómica de Punta Arenas.

Buscando y buscando alojamiento un día viernes a las 10 de la mañana no fue mucho lo que encontramos después de dar varias vueltas por el centro de la ciudad, sin embargo, y gracias a las puntuaciones de Google, fuimos a parar a los Apartamentos Entre Fronteras, en el pasaje Juez Waldo Seguel, en la subida al mirador Cerro la Cruz, y a 3 cuadras del centro de Punta Arenas. Por ser temporada baja nos cobraron $60.000 CLP por un apartamento para 4 personas, y la verdad es que no pudimos haber caído en un mejor lugar. Cercano al centro, nuevo, limpio, ordenado y funcional, y con una vista magnífica del estrecho y de la ciudad. A pesar de que no es un alojamiento de lujo ni lleno de glamour, la puntuación de 4,7 estrellas sobre 5 que tiene en Google es más que justificada.

Con el alojamiento resuelto salimos a almorzar, y no perdimos mucho tiempo decidiendo el lugar, porque ya estaba elegido de antemano: La Yegua Loca. Nunca habíamos ido, pero teníamos excelentes referencias de amigos que sí lo conocían. Y tal como esperábamos, no solo no nos defraudó, si no que estuvo por sobre nuestras expectativas. Excelentes sours (incluyendo el de calafate, evidentemente), garrón de cordero, risotto de centolla, o congrio frito con uno de los mejores batidos que he comido fueron las preparaciones con las que la Yegua Loca se ganó nuestro estómago y nuestro corazón. No tengo la menor idea acerca del oficio del crítico gastronómico y cuáles son los criterios técnicos para evaluar, pero en nuestra sincera y humilde opinión de turistas, La Yegua Loca es un obligado en Punta Arenas, por sobre clásicos de la zona como Sotito's o La Luna.

En la noche no pudimos salir a comer, porque aún estábamos procesando la excesiva cantidad de comida del almuerzo, sin embargo, temprano al día siguiente, aprovechamos de ir al café Wake Up, uno de los locales de moda desde hace algunos años en Punta Arenas, en búsqueda de un desayuno contundente y sabroso. Y así fue, unas buenas tostadas con jugo de naranja, y un buen café para los conocedores (yo no lo soy, así que repito lo que me dijeron) para comenzar bien nuestro último día en tierras Magallánicas.

Para hacer la hora antes del almuerzo aprovechamos de andar algunos kilómetros en dirección al Faro San Isidro. Bonito y cómodo camino cercano a Punta Arenas, bordeando las aguas oscuras del estrecho hasta que ya no hubo más pavimento. Volvimos por el mismo camino a almorzar a Punta Arenas, y el restaurant del Hotel Savoy sería el elegido esta vez, pero nos fue mal: intentamos reservar y nos dijeron que no era posible, pero que no había gente a la hora que pretendíamos ir, sin embargo, cuando llegamos, había fila y una espera de aproximadamente una hora, y además, el recepcionista no nos trató bien, así que lo descartamos en el acto (mal ahí, Hotel Savoy). Terminamos almorzando en Sotito’s, tradicional restaurante de carnes frente a la costanera de la ciudad, y la verdad, sin ser un lugar asombroso ni descollante, anduvo bien. A pesar que en uno de los platos la carne no llegó en el punto de cocción solicitado, en lo demás no hubo problema, era sabroso, y las papas no eran pre fritas (que las papas fritas sean naturales es un criterio intransable para nosotros).

Almorzados, y con nuestras últimas horas antes de subir el avión por delante, teníamos dos misiones aún por cumplir. Primero, fuimos a una estación de servicio para lavar el auto antes de entregarlo, porque, la verdad, estaba realmente sucio, y como todo entra por la vista, pensamos que era menos probable que nos cobraran alguna garantía del arriendo si lo entregábamos limpio. Segundo, fuimos a la zona franca en búsqueda de botellitas de Syrup de calafate, para poder preparar calafate sour en la casa, y si bien lo encontramos, la verdad es que la zona franca estaba insufrible de la cantidad de gente que había (de todas veces que había ido nunca la había visto tan llena). Terminadas las dos misiones, entonces hubo que enfrentar la realidad: ahora sí había que volver.

Y así, aunque no quisiéramos, fue como se nos acabó nuestro tiempo en Magallanes. Tocó subirse el auto y manejar camino al aeropuerto, devolver el auto, hacer los trámites para embarcar, y subir al avión. Ocho días estuvimos en Magallanes, y siete en la Tierra del Fuego, y, por la cantidad de cosas que hicimos y vimos, pareció como que hubiese sido mucho más. Cansados, pero del cansancio bueno, volvimos a Santiago después de una aventura que durante años estuvo dándome vueltas por la cabeza, y que esta vez había dejado de ser una idea para transformarse en un hecho consumado, y que, hoy, meses después, me sigue llenando de orgullo y felicidad cuando pienso en los parajes del fin del mundo que vimos y recorrimos.

- Fin del relato -

Información útil

  • Para el parque Pingüino Rey se debe reservar cupo con anticipación, y la entrada se paga físicamente el día de la visita (tienen para pago con débito).
  • Considerar la puntualidad en el horario de llegada al parque, puesto que los tiempos de la visita guiada son muy ajustados.
  • Si se viene desde Fagnano, es ideal tomar la reserva de las 16:00 en el parque Pingüino Rey, que es la última del día. Se puede alcanzar a llegar en los horarios anteriores, pero es probable que el tiempo sea demasiado justo.
  • Intentar no andar con el tiempo justo para llegar a algún lugar de Tierra del Fuego, ya que no es improbable encontrarse con el arreo de un rebaño de ovejas, y dependiendo del tamaño del rebaño es cuánto tiempo haya que esperar para poder sobrepasarlo.
  • Porvenir no goza de gran cantidad de oferta de alojamiento, sin embargo, en temporada baja es posible encontrar sin previa reserva.
  • Al contrario, en Punta Arenas es difícil encontrar alojamiento sin reserva previa, aunque sea temporada baja. Se recomienda reservar antes.
  • La oferta gastronómica de Punta Arenas es generosa y variada, para todos los gustos. Recomiendo siempre mirar los comentarios que deja la gente en Google, pues casi nunca fallan.
  • En lo personal no soy fanático de la zona franca, sin embargo tiene algunos tipos de productos que son interesantes (chocolates importados, productos regionales, te y café importados, etc) y a precios razonables.

Cómo nos preparamos

  • Reservamos con dos semanas de anticipación los cupos en Pingüino Rey.
  • No reservamos previamente alojamiento en Porvenir.
  • No reservamos previamente alojamiento en Punta Arenas (sí debimos haberlo hecho).
  • No reservamos cupo para La Yegua Loca, puesto que fuimos temprano y en temporada baja. En temporada alta o días festivos probablemente sea una buena idea reservar una mesa.
  • El ticket para el transbordador Porvenir-Punta Arenas lo reservamos online el día anterior al cruce, debido a que es un viaje al día y la demanda es alta. Ver página Web de TABSA.
  • En cuanto a la preparación general del viaje (combustible, alojamiento, tiempos, etc.), ver los artículos anteriores.

Historias y relatos únicos en los que buscamos transmitir nuestras experiencias y vivencias para que quien lea estos articulos le sea de utilidad en sus futuros viajes

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