Un día esquiando en Corralco

Durante muchos años he esquiado principalmente en la zona central, por cercanía, por cariño, y también por costo. Muchas veces en Portillo, una vez en El Colorado y otra en Pucón. Lamentablemente la temporada es cada vez más corta y cada año más impredecible. Los últimos años nos ha costado mucho lograr esquiar en Portillo por la falta de nieve, y un viaje a la Araucanía en Septiembre podría ser una gran oportunidad para conocer otro centro de ski más, y aprovechar la nieve que ha sido tan esquiva las últimas temporadas en la zona central. Así fue que decidimos ir a probar suerte a Corralco.

Nos aventuramos a ir al primer día despejado luego de los días de mal tiempo que nos tocaron en la zona, y la decisión no podría haber sido mejor. Temprano por la mañana, y apenas el camino comienza a subir de a poco todo el panorama se tiñendo de blanco. Árboles, camino, rejas, portones, casas, postes y cables eléctricos cubiertos con la nieve recién caída. Este tipo de espectáculos no son tan comunes como a uno le gustaría, ya que solo duran algunas horas desde que deja de nevar. Buena forma de comenzar el día.

Subiendo a Corralco después de la nevada

Por el tamaño del auto, no llevamos equipo (ski y botas) desde la casa, por tanto no nos quedó otra que arrendarlo. En corralco, a la fecha de la visita, arrendar el equipo estándar sin casco costaba $42.000 y el equipo premium sin casco $45.000, por tanto nos arriesgamos y arrendamos equipo en el último rental que hay antes de llegar al centro, por $25.000 cada equipo premium sin casco. De garantía se debe dejar carnet o licencia de conducir. La apuesta resultó porque los equipos eran buenos, o al menos eso nos pareció a nosotros, aficionados ocasionales del ski.

Corralco (el centro de ski, no el hotel), tiene dos sectores, la recepción principal, y una cafetería más arriba. A ambos se puede acceder en auto y estacionar. En nuestro caso estacionamos en la recepción principal para poder comprar los pases. Los tickets nos costaron $55.000 por cada uno, a valor de temporada alta (por internet se puede comprar por un precio algo menor), además de $3.000 adicionales por concepto de la compra de la tarjeta en la que se recargan los pases. No se puede entrar con un pase físico como antaño, al igual que otros centros de ski este se carga en una tarjeta que cada andarivel detecta para abrir las puertas. Dicho esto, nos vamos a esquiar.

Partimos desde la recepción subiendo por la silla “La Cornisa”, y como una mala señal, la primera silla que tomamos venía con sus plásticos de la base del asiento rotos, una incomodidad innecesaria y poco justificable para un recinto que se hace llamar “El mejor resort de montaña de Chile”. Desde La Cornisa, tomamos una pequeña pista de enlace para seguir a otro andarivel de silla, “El Volcán”. Esta nos llevó a una parte más alta del Volcán Lonquimay, desde donde se pueden tomar 3 o 4 pistas dependiendo del estado de las canchas. Bajamos un par de veces por “Zorros” y “Zorritos”, pistas largas, de muy buena pendiente y muy anchas, realmente buenas y agradables de esquiar, puntos a favor. Sin embargo, también otro punto en contra: La llegada desde estas pistas para volver a subir por “El Volcán” tiene un tramo final en subida, y para peor aún, si se desea que esta sea un poco menor pronunciada, se debe pasar entre los colgantes de un andarivel de arrastre. Un riesgo innecesario producto de un mal diseño.

Cerros llenos de araucarias desde la salida del Andarivel “La Cornisa”

Despues de algunas veces bajando por las mismas pistas decidimos irnos hacia el lado derecho desde la salida de “El Volcán” a través de una pequeña pista de enlace para después bajar por “Águilas”, otra muy buena pista y de buena pendiente, y esta vez, con una llegada a su andarivel mejor diseñada y sin pendiente en contra. En ese momento subimos por “Navidad”, un andarivel de arrastre y algo lento, considerando que las pistas a las que llega en general son rojas o negras. Creo no hubiese costado mucho más hacer un andarivel tipo silla para tan buenas pistas.

Bajamos algunas veces, y luego volvimos a Zorros, Zorritos, y Zorro bajo. Las pistas más altas estaban cerradas, aparentemente por viento en la cumbre. Ya cuando el frío, el cansancio y nuestra poca condición física nos ganó, decidimos terminar el día, luego de 4 intensas e ininterrumpidas horas de buen ski. Bajamos a la recepción por liebres este, una extensa pista que a mi modo de ver debe ser excelente para aprender por su poca pendiente.

Montañas nevadas al noreste de Corralco

Finalmente, con las rodillas tiritando de puro cansancio, llegamos al auto, nos sacamos las botas (el mejor momento del día), comimos algunas galletas, guardamos las cosas, y bajamos a devolver el equipo arrendado. Una por otra, porque devolvimos los skis y arrendamos raquetas de nieve, pero esto queda para otra entrada del blog. Nos vamos de vuelta a Curacautín, al hostal Akurruka (recomendado), a descansar y a reponerse, para seguir al otro día sacándole el juego a lo que queda de invierno en la bella Araucanía Andina.

A modo de cierre, y luego de haber conocido otro centro de ski, puedo decir que la calidad de las pistas es realmente de primer nivel, el emplazamiento es bellísimo y con la suerte de un día como el que nos tocó, es mejor aún. También es necesario precisar que, en mi opinión, a las instalaciones se les pudo dar algo más de preocupación. Por un ticket de $55.000 diarios es justo pedir que las sillas no estén rotas, que las transiciones entre pistas estén bien diseñadas y no sea necesario caminar en subida, y que los andariveles que van a pistas más profesionales no sean de arrastre. Los centros de ski de primer nivel que tenemos en Chile, como Portillo o Valle Nevado, tienen cada uno de estos detalles pensados y cuidados, y prácticamente por el mismo precio. Aún así, lo anterior no empaña el excelente día de ski que tuvimos. Y si alguien se pregunta si somos deportistas extremos, esquiadores profesionales o adictos a la adrenalina, no, de ninguna manera, somos aficionados al ski desde hace muchos años, intentamos cuando podemos ir una o dos veces al año, por tanto, esta opinión es la de una persona absolutamente normal que disfruta de este deporte cuando se da la oportunidad.